La anchoveta se desvía a Ecuador: Conserveras de Chimbote dejan de trabajar por falta de pescado
Crisis en Chimbote: Alrededor de 20 plantas conserveras han paralizado debido a la drástica escasez de la anchoveta, sumiendo a cientos de familias en la incertidumbre. Mientras las embarcaciones artesanales y de menor escala siguen saliendo al mar, parte de su captura “estrañamente” termina en el Ecuador para la producción de harina de pescado, entre tanto, el Ministerio de la Producción (Produce), Sanipes y otras entidades imponen sanciones severas a las fábricas de conservas por presunto mal uso de la anchoveta, sin dar la debida atención al contrabando de pescado que se escapa por la frontera de Tumbes.
La situación se agrava aún más cuando, al parar la producción, cientos de mujeres fileteras, que son el alma de la industria conservera, se quedan sin empleo. Esto no solo afecta a las familias ancashinas, sino que pone en riesgo el abastecimiento de conservas para el programa social Qali Warma, vital para alimentar a miles de niños peruanos. La crisis no es solo económica, es una crisis humanitaria que golpea directamente a los más vulnerables del Perú.
¿Dónde está la anchoveta?
A pesar de que las embarcaciones artesanales y de menor escala tienen como objetivo principal abastecer el Consumo Humano Directo (CHD) y la mesa popular con sus capturas, se ha identificado un problema grave. Aunque el Estado asigna una cuota anual de 200 mil toneladas de anchoveta para esta actividad, se observa una alarmante escasez del recurso destinado a tal fin. Investigaciones han revelado que una parte significativa de la pesca, eludiendo el control fronterizo en Tumbes, es traficada ilegalmente hacia Ecuador, donde se destina a la producción de harina de pescado.
Al grave problema del tráfico ilegal de anchoveta hacia Ecuador, se suma que una parte de esta pesca fresca, que debería ser utilizada como materia prima para la industria del CHD, termina en pampas clandestinas, donde la anchoveta es secada en condiciones insalubres y contaminadas, para luego ser convertida en harina residual por plantas artesanales. Esta harina es vendida evadiendo los impuestos peruanos, a los criaderos de peces en Ecuador y otros países. Este proceso no solo quiebra el orden, la fiscalización y la Ley de Pesca del Perú, sino que también genera una enorme contaminación ambiental y pone en riesgo la salud pública de los ciudadanos.
Según información reciente, solo en el 2024 se han capturado más de 70 mil toneladas de anchoveta. Si se considera el rendimiento (ratio de conversión) de las plantas conserveras, por cada tonelada de pescado se podría generar 4,080 latas de conserva. De aprovecharse completamente la cuota permisible de captura de anchoveta (200 mil TM) para la producción de enlatados, se podrían generar millones de conservas, que no solo abastecerían el programa social Qali Warma, sino también el mercado nacional. Sin embargo, la realidad es otra: la anchoveta, que es pescada dentro de las 5 millas, no está disponible para el alimento de los peruanos, ya que termina como harina de pescado ecuatoriana, enriqueciendo a los productores extranjeros.
La actividad de Consumo Humano Directo (CHD), que abarca la conservería, seco salado, corte primario, congelado y la mesa popular, debería ser el pilar de una pesquería peruana próspera, especialmente considerando la abundancia de la anchoveta como recurso. Sin embargo, parece que esta industria continuará siendo la “última rueda del carro” en la gran pesquería nacional, debido al abandono del Estado y su incapacidad para frenar el tráfico ilegal de pescado.
Mientras nuestros recursos marinos se desvían para hacer más ricos a otros países (Ecuador), el gobierno peruano se muestra pasivo, sin implementar medidas correctivas que aseguren el abastecimiento de pescado para el CHD. Esta inacción está socavando nuestra soberanía alimentaria y poniendo en riesgo el bienestar de millones de peruanos. Sin una respuesta contundente, el país perderá una oportunidad invaluable para fortalecer su economía y garantizar la estabilidad social, pues esta situación nos lleva irremediablemente hacia un declive económico y social que perjudica a todos.