Rosío Guerra, capitán de fragata e infectóloga: “La pandemia no acaba, es momento de ser un solo puño”

“Miguel Grau ha sido uno de mis más grandes héroes. Lo he asumido como parte de mi sangre”, sostuvo la médico que lidera el combate contra el Covid-19 en la Marina de Guerra

La capitán de fragata Rosío Guerra pronto será ascendida a capitán de navío de la Marina de Guerra del Perú, lo que en el Ejército equivale al grado de coronel. Ella es una de las pocas altas oficiales mujeres que poco a poco, a punta de esfuerzo y trabajo, están ganando terreno en la institución.

Proviene de una familia dedicada al servicio: su papá fue coronel de la Policía, tiene parientes que forman parte de la Fuerza Aérea del Perú y la Fuerza Aérea Americana. Su tío abuelo fue Pedro Canga, uno de los fundadores peruanos de la aviación naval. “Creo que tengo dentro de mi sangre ese amor a Miguel Grau y puedo dejar mucho a la gloriosa Marina peruana”, comenta la médica infectóloga que ha liderado el combate contra el Covid-19 en la institución naval.

Terminó el colegio en el 89 y al año siguiente ingresó a la carrera de Medicina, se fue a trabajar a la selva de la región San Martín como parte de su preparación universitaria y en 2000 se asimiló a la vida militar, fue parte de la primera promoción de oficiales de sanidad de la Marina.

¿Entre las tres armas de las fuerzas militares peruanas, por qué decidió unirse a la Marina?

Tengo muchos referentes de mi familia y de los héroes peruanos que me han mostrado con su ejemplo todo el amor y el fervor patriótico. La Marina representa un legado y una filosofía de vida para mí. Más noble caballero del mar que Miguel Grau no ha existido jamás; él me motiva a seguir en la carrera pese a que ha sido bastante dura.

¿Cuáles han sido sus misiones como navegante?

He sido una de las primeras oficiales desplegadas en una fragata misilera, haciendo guardias médicas. Luego me embarcaron para navegar por todo el litoral peruano. En 2008 estuve a cargo del departamento de sanidad del BAP Mollendo, que fue un crucero de instrucción al extranjero. Navegamos por todo el Pacífico, incluidos lugares tan remotos como Vladivostok, en Rusia. También fuimos a Corea, Japón, Hawái, Polinesia Francesa y un sinnúmero de puertos y experiencias con armadas de otros países. Este trabajo también me ha permitido hacer investigaciones de mi especialidad: enfermedades infecciosas.

¿Qué tan larga fue esa misión por el Pacífico?

Duró cuatro meses.

¿Y cuál fue el periodo más largo que estuvo sin pisar tierra firme?

Fueron casi 40 o 45 días.

¿Le costó mucho?

Ya había tenido navegaciones previas en el país y teníamos toda una rutina establecida. Me embarqué teniendo a mi cargo a un grupo de enfermeros, una sala de operaciones y una investigación, éramos responsables de la salud de 400 personas que iban a bordo del buque. Trabajaba durante 24 horas, siete días a la semana. Fue duro, pero se cumplió la misión.

¿Cómo es vivir en el Mar?

Uno valora bastante no solo la familia, sino los valores heredados de Miguel Grau. Entiendes lo que él sentía al estar alejado de su familia y tenía que desempeñar con gran responsabilidad sus misiones.

¿Qué es lo más difícil de su trabajo?

En mi trabajo he tenido que enfrentar pandemias, enfermedades infecciosas altamente mortales. Es difícil ver morir a la gente cuando aún no se halla una cura.

¿Cuáles son los casos más recurrentes que le tocan atender en una embarcación?

Infecciones respiratorias agudas, enfermedades diarreicas agudas, mareos y algunos accidentes, contusiones, traumatismos. En el crucero llegué a operar dos veces por apendicitis en altamar, en aguas internacionales.

¿Cómo tomó la noticia el día en que se decretó el estado de emergencia por el Covid-19?

Nosotros estábamos ya preparados desde la declaratoria de la pandemia por la OMS, en enero. Teníamos un plan establecido dentro del Hospital Naval para enfrentar las fases que se venían de la enfermedad. Ya habíamos superado la pandemia de la influenza AH1N1, así que íbamos con experiencia. Después de la declaratoria de emergencia del presidente de la República, el primer paciente que recibimos infectado llegó un 22 de marzo. La sala de enfermedades infecciosas, que está a mi cargo, ya estaba lista.

¿Le da miedo el virus?

Cuando hay una declaratoria de pandemia, sabemos que nosotros somos los primeros en salir adelante, independientemente de lo que pueda pasar, como si fuera una guerra, un terremoto o un tsunami. Nosotros somos la primera línea. Por eso, mi más sincero reconocimiento para todo el personal de la Sanidad Naval que ha enfrentado esta situación. Para mí, son unos héroes.

Han estado frente a frente con la muerte.

Así es, como lo hizo Grau en su momento, pero salimos adelante y la pandemia todavía no ha acabado. Nuestra misión es cuidar la salud y el bienestar del pueblo peruano y para eso estamos hasta el fin. ¿Qué significa la figura de Grau para usted?

Ha sido uno de mis más grandes héroes, he intentado guiarme bajo sus principios y valores. Lo he asumido como un padre, como parte de mi sangre. Con su ejemplo todos debemos intentar ser damas y caballeros de los mares. A mí me ha tocado estar en el Vraem, en diferentes partes del país y del mundo, y siempre –como todos los oficiales– he demostrado el valor, altruismo y las ganas desinteresadas por hacer el bien, de acuerdo a los valores de la Marina.

¿Cuál es la tarea que nos toca a todos ante estas difíciles circunstancias?

Esta situación aún no acaba. En esta pandemia podemos demostrar lo mejor de nosotros, debemos ser una población unida para poder salir adelante. En este tipo de circunstancias es el momento de ser un solo puño, una sola fuerza que venza a este virus y cualquier otra adversidad que venga más adelante. Con la ayuda de Dios, lo vamos a lograr.

AUTOFICHA

– “Soy Rosío Isabel Guerra Gronerth, nací el 3 de enero de 1973, en Lima. Soy médica infectóloga tropicalista de la Universidad San Marcos, tengo una maestría en Salud Pública en la Universidad Federico Villarreal; también soy especialista encargada en VIH, hepatitis y medicina del viajero”.

– “He estado a cargo del comité técnico para el control, prevención y tratamiento del Covid-19, coordinando con las oficinas de planeamiento y desarrollo de los diferentes estamentos. También, he estado a cargo de la Oficina de Epidemiología, atendiendo a pacientes junto a un gran equipo”.

– “Tengo una hija de 14 años, mi madre es la que me apoya en casa. Ambas son muy comprensivas y me han dado fuerzas desde que se inició la pandemia para que yo cumpla con mi deber aquí en la institución. Son fundamentales en mi vida”.

Fuente: Peru 21

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