Nadie detiene los abusos en los buques poteros chinos: Denuncian maltrato y amenazas a bordo del Xin Shi Ji 28
La desesperación y el miedo recorren la cubierta del Xin Shi Ji 28, un buque potero de bandera china operado por la empresa Fénix Internacional. Dos marineros argentinos, oriundos de Puerto Deseado (Santa Cruz), denunciaron haber sido víctimas de maltrato y amenazas tras registrar con sus teléfonos celulares un riesgoso traslado de un compañero enfermo en alta mar.
El incidente ocurrió cuando uno de los tripulantes sufrió una descompensación a bordo. En lugar de solicitar asistencia médica adecuada o evacuarlo por medios seguros, el enfermo fue izado en un cestillo improvisado desde el Xin Shi Ji 28 hacia otra embarcación de la misma empresa, el Xin Shi Ji 91. En el video, que rápidamente se viralizó, se ve al trabajador golpeando violentamente contra el casco del buque receptor. La imagen es cruda, impactante, y refleja el nivel de negligencia en el tratamiento de una situación médica urgente.
Lejos de atender el reclamo o brindar explicaciones, la respuesta de los oficiales a bordo fue inmediata y represiva. Durante la cena, uno de ellos se acercó a los marineros y, bajo amenazas, les exigió eliminar el material grabado. Temerosos por su seguridad, los trabajadores solicitaron desembarcar de inmediato. Sin embargo, aseguran haber recibido una advertencia aún más alarmante: “Nos dijeron que no íbamos a volver a embarcar nunca más”, relató uno de los denunciantes con evidente angustia.
La denuncia fue respaldada por César Carlos Zapata, secretario del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) en Puerto Madryn, quien presentó una acusación formal ante la Prefectura Naval contra el capitán del buque por presuntas amenazas y hostigamiento. La causa quedó en manos del fiscal Fernando Gelvez, de la Fiscalía de Rawson, y ya se notificó al acusado para resguardar los derechos de los trabajadores.
Los marineros afirman que la vida de su compañero enfermo fue puesta en riesgo innecesariamente por decisiones motivadas por el ahorro de combustible. “No les importó su vida, solo el costo del rescate”, denunciaron entre lágrimas.
Mientras la Justicia investiga, los marineros siguen esperando ser protegidos y desembarcados. Cargan con el miedo, la impotencia y la esperanza de que su testimonio sirva para frenar los abusos que, en alta mar, suelen quedar en silencio. Ellos vivieron una auténtica odisea, y hoy piden algo tan básico como ser escuchados y respetados.