Crisis en la pesca de la pota: Una tragedia para el consumo humano y el Perú
La crisis que afecta a la pesca artesanal de la pota o calamar gigante en el Perú es la peor de su historia, y amenaza con desmoronar la economía de miles de familias que dependen de este recurso. Alfonso Miranda Eyzaguirre, presidente del Comité para la Gestión Sostenible del Calamar Gigante del Pacífico Sur (CALAMASUR), no dudó en calificar la situación como “una tragedia sin igual”. La paralización del procesamiento de la pota en las plantas pesqueras para el consumo humano y el aumento de los costos de las materias primas están llevando a una dramática caída en la competitividad de los productos locales en los mercados internacionales, mientras que las capturas, cada vez más escasas, no son ni siquiera suficientes para satisfacer la demanda nacional.
Con 20,000 pescadores y sus familias, así como las comunidades costeras, profundamente afectados, la crisis pone en peligro la subsistencia de miles de personas. “Esta es la peor crisis en los últimos 25 años, desde que comenzamos a explotar la pota en volúmenes significativos”, aseguró Miranda, quien advirtió sobre una caída estimada de entre el 40% y el 50% en la producción de la pota este año, comparado con el año anterior. “En volumen, la disminución será aún más catastrófica”, agregó con preocupación.
La situación no solo afecta a las familias pesqueras, sino que también desencadenará una drástica disminución en las exportaciones pesqueras de Perú, que este año probablemente no superen los $1,300-$1,400 millones. La crisis, una mezcla de factores naturales y humanos, es el resultado de la sobrepesca y de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), que sigue azotando las aguas peruanas, particularmente con la presencia de embarcaciones extranjeras, como las de la flota china.
Miranda Eyzaguirre subrayó que la falta de control y monitoreo de estas flotas (chinas), a pesar de las regulaciones existentes, está exacerbando la crisis. La reciente entrada del buque pesquero chino Hong Run 668 al puerto del Callao, sin cumplir con los nuevos estándares de monitoreo satelital establecidos por Perú, es una muestra alarmante de la vulnerabilidad del país frente a la pesca ilegal. Este buque, que había permanecido anteriormente 21 días en Chimbote, bajo el pretexto de un cambio de tripulación, generó sospechas sobre sus verdaderas intenciones y su respeto por las normativas nacionales.
El panorama es desolador. Las predicciones que auguran mejoras en las capturas en los próximos meses, gracias a un cambio en las condiciones climáticas, no se basan en una gestión científica adecuada, ya que no se ha realizado una investigación sobre la pota o calamar gigante en aguas peruanas desde 2019. Esto deja a la industria pesquera nacional en un estado de incertidumbre total, mientras las autoridades siguen sin implementar medidas eficaces para proteger los recursos marinos del país.
Con una crisis que podría devastar no solo la economía de miles de familias, sino también la sostenibilidad de los ecosistemas marinos, Miranda hace un llamado urgente a la vigilancia ciudadana y a una acción gubernamental más firme. “Este no es solo un problema económico; es una cuestión de vida o muerte para los pescadores y de supervivencia para nuestros océanos”, concluyó con un tono sombrío.
La tragedia que se cierne sobre la pesca de pota en Perú pone en peligro no solo los medios de vida de una gran parte de la población, sino también el futuro de los ecosistemas marinos, que se ven gravemente amenazados por la pesca ilegal y la falta de una gestión adecuada. La urgencia por tomar medidas para salvar lo que queda de esta industria nunca ha sido tan grande