Conflictos entre industriales y armadores 26920, paralizaría temporada de pesca

Cuando necesitaron apoyo, no se los negaron y salieron a las calles, uniéndose en una sola voz, SI A LA PESCA DE ANCHOVETA PARA LA PRODUCCION DE ACEITE Y HARINA DE PESCADO; a pesar que existe un altísimo porcentaje de desnutrición infantil y hasta en madres gestantes; ahí, los industriales harineros no escatimaron nada, ahí ofrecieron el oro y el moro con tal de contar con la participación de los armadores de la Ley 26920, mal llamados “vikingos”, para mover al Produce; si había que ofrecer petróleo, dar turno o hacer cualquier tipo de compromisos, lo hacían, total, las palabras se las lleva el viento, la cosa era conseguir el propósito, “pescar”.

Una vez logrado el objetivo y en sus manos, las grandes empresas, hacen a un lado a esta flota independiente, impidiéndoles que descarguen en sus plantas, mientras no consigan stockear con sus respectivas embarcaciones; concluida la descarga de sus naves y no habiendo espacio para la pesca “vikinga”, las rechazan con la finalidad de que los armadores acepten bajar su precio.

Esta práctica es muy continua en las grandes empresas, primero les autorizan salir a faenar, les agencian de petróleo y hasta les dan turno para pescar y terminan atropellándolos de la forma arriba explicada; si bien es cierto la Ley de Cuotas, se dio para terminar con la carrera olímpica en el Mar y recuperar la biomasa del recurso Anchoveta; sin embargo, ésta competencia por quien pesca más en menor tiempo, ha puesto en evidencia, no solo la imposición de poder de los grandes, también la agonía de los pesqueros independientes y que algo anda mal en la sostenibilidad de la biomasa.

Punto aparte, es asumir que nuestro mercado de harina de pescado, está secuestrado por inversionistas extranjeros, llámese China, dado a que extraen la materia prima, con flota y recurso humano peruano, la procesan en territorio nacional y finalmente termina en ese país oriental, imponiendo un precio manipulado, por ser el mayor acopiador, generando con ello, un impacto negativo en la contribución al PBI, además de los porcentajes de pesca del trabajador pescador, que se ven reducidos.

Cuando hay este tipo de divisionismo y conflicto de intereses en la pesca, que a la par no llevan a ninguna solución, lo más salomónico es que se paralice la temporada pesquera, hasta conseguir un entendimiento beneficioso para las partes, porque ni siquiera la Ley de Cuotas, DL 1084, ha servido para solucionar estos impases, lo único que se logró fue hacer más poderoso al grande, porque la compra de cuotas, es un negocio redondo.

 

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