El mar peruano se tragó a Mishell Saucedo: El hundimiento de la embarcación Mil Paz que deja más preguntas que respuestas

La mañana del 29 de abril, al promediar las 8:00 a.m., la embarcación pesquera Mil Paz, de matrícula CE-1862, zarpó rumbo a la zona de pesca ubicada entre Mala y el Callao. Todo parecía indicar que se trataba de una operación rutinaria, con la expectativa de realizar la primera cala del día. Sin embargo, algo ocurrió en el mar. Por razones aún no esclarecidas, la nave terminó hundiéndose, convirtiéndose en pérdida total.

La tripulación, asustada por la emergencia, quedó a la deriva en el agua, luchando por sobrevivir mientras esperaban ser rescatados. Catorce pescadores fueron salvados con vida, pero uno no volvió a ver la superficie: Mishell Saucedo Cruz, quien llevaba 19 años dedicados a la pesca de anchoveta, desapareció en medio del caos.

La red que atrapó más que anchovetas

Cuando todo parecía indicar que la tragedia no cobraría víctimas, una ausencia comenzó a doler. Según relató Rosario Saucedo Cruz, hermana del pescador, Mishell se encontraba cociendo el boliche, una tarea que requiere estar entre las redes, al momento del siniestro. Esa ubicación lo habría dejado atrapado, sin posibilidad de escape. Las redes, convertidas en una trampa mortal, habrían arrastrado su cuerpo hasta unos 150 metros de profundidad.

La noticia se esparció como reguero de pólvora entre los hombres de mar. Los pescadores, siempre unidos por la actividad de alto riesgo, recibió con pesar la noticia de su desaparición. Mientras tanto, Rosario y su familia emprendía un camino doloroso y lleno de obstáculos: exigir que se mantuviera la búsqueda de su hermano.

La empresa en silencio que indigna

La familia tuvo que trasladarse desde Chimbote hasta Lima, con la esperanza de que las autoridades no detuvieran la búsqueda. Sin embargo, lo que encontraron fue más indiferencia que apoyo. “Los peces muerden la red y por ahí puede salir el cuerpo”, fue la respuesta que Rosario recibió al exigir que continuaran los esfuerzos de rescate. Una frase fría que solo profundizó su dolor.

Peor aún, la empresa para la que Mishell trabajó por casi dos décadas guarda silencio. Solo ofreció un día de alimentación a la familia, y hasta la fecha no ha mostrado un compromiso real con la búsqueda ni con el bienestar de sus deudos. Rosario es clara: “Son los amigos del barrio quienes nos están ayudando. Ni siquiera la tripulación ni el patrón nos han llamado para darnos el pésame”.

Un abogado de la empresa se contactó con ellos en Lima, pero propuso una reunión a las 8 de la noche, horario que la familia consideró inapropiado. Lo que exigen no es una reunión, sino una acción real: “Lo que necesitamos es que sigan buscando el cuerpo de mi hermano para poder darle cristiana sepultura. Es muy doloroso, porque deja a tres hijos: una adolescente y dos jóvenes que están en la universidad, y que hoy han perdido no solo a su padre, sino también la esperanza de continuar sus estudios”, expresó Rosario entre lágrimas.

¿Accidente o una negligencia encubierta?

Mientras la familia llora, las dudas crecen. ¿Fue el hundimiento de la Mil Paz producto de condiciones naturales extremas o de fallas operativas? Los tripulantes sobrevivientes declararon ante Capitanía de Puerto que todo se debió a oleajes anómalos. Pero otras versiones apuntan a que la embarcación pudo haber estado mal cuadrada y que las fuertes corrientes marinas la desestabilizaron.

Incluso hay quienes que no era la primera cala del día y que las bodegas ya contenían una carga considerable de anchoveta. Al intentar realizar una nueva cala, la tripulación no habría cortado la red a tiempo. Esta, sobrecargada de peces, no pudo ser levantada (“secada”), lo que habría causado el desequilibrio y posterior hundimiento.

Cabe resaltar que la E/P Mil Paz tenía una capacidad de carga de hasta 180 toneladas, un límite que, de haberse superado, implicaría una grave falta de control operativo. Por ello, las declaraciones de los pescadores sobrevivientes serán claves para esclarecer lo que realmente ocurrió esa mañana.

Una tragedia que no debe quedar en el olvido

Si se confirma que el siniestro fue consecuencia de exceso de pesca o negligencia, no solo correspondería una sanción del Ministerio de la Producción (Produce), sino que el caso debería ser investigado por el Ministerio Público. Además, el sindicato al que Mishell estaba afiliado debe pronunciarse y exigir una investigación completa.

No se puede seguir aceptando que la muerte de un pescador sea vista como parte del “riesgo del trabajo”. Cada hombre que se adentra en el mar lleva consigo sueños, responsabilidades y familias que esperan su regreso. La historia de Mishell Saucedo Cruz no puede perderse en la bruma del olvido. Su muerte debe ser investigada, su cuerpo encontrado, y su familia amparada.

Porque la justicia también debe llegar hasta el fondo del mar.

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