¿Son suficientes los estudios científicos para determinar la cuota de captura del calamar gigante?

La pota o calamar gigante (Dosidicus gigas), como es de manejo público, constituye la segunda pesquería más importante del país por volumen, con un promedio anual de más de 500 mil toneladas métricas desembarcadas en los últimos años. Sin embargo, el 2024 marcó un punto de quiebre, al registrarse apenas 181 mil toneladas de desembarque. Esta caída abrupta ha encendido las alarmas en el sector pesquero y ha generado una interrogante urgente: ¿Las cuotas de captura establecidas son realmente adecuadas, o se necesitan estudios científicos más actualizados y rigurosos para estimar con precisión el stock disponible en el mar de Grau?

Analicemos las descargas y las capturas de 7 años

Entre 2019 y 2023, las cuotas anuales de captura para la pota oscilaron entre 500 mil y 581 mil toneladas, con desembarques que, en general, se mantuvieron cercanos a esos límites. Incluso, en 2023, se superó la cuota establecida, alcanzando un desembarque total de 622 mil toneladas, cuando el límite oficial era de 581 mil.

Sin embargo, 2024 rompió esa tendencia positiva, con un descenso pronunciado: solo 181 mil toneladas fueron desembarcadas, frente a una cuota de 499,700 toneladas. Esta desviación tan significativa ha generado preocupación tanto en las autoridades como en los investigadores, quienes piden mayor rigor científico y planificación en la gestión del recurso.

2025: del colapso al repunte

Las condiciones oceanográficas post Fenómeno de El Niño 2023-2024 influyeron en el comportamiento del calamar gigante, que comenzó a mostrar una recuperación progresiva durante el primer trimestre de 2025. Esta mejora tuvo su punto más alto en mayo, con un récord histórico de desembarque mensual: 130 mil toneladas.

Este repunte inesperado llevó a que el Límite Máximo de Captura Total Permisible (LMCTP) establecido para el primer semestre (190 mil toneladas según la Resolución Ministerial N.º 123-2025-PRODUCE) se agotara antes de lo previsto, hacia finales de junio.

En respuesta, el Ministerio de la Producción modificó el LMCTP en mayo, elevándolo a 290 mil toneladas y extendiendo el periodo de captura hasta agosto (R.M. N.º 180-2025-PRODUCE). Un mes después, en junio, se volvió a ajustar a 304,209 toneladas (R.M. N.º 193-2025-PRODUCE), atendiendo a la recomendación del Imarpe de no superar las 421,684 toneladas, equivalentes a dos tercios de la FMR (frecuencia máxima recomendada).

Posteriormente, y en base al informe ejecutivo de la Operación Calamar Gigante III, el Límite Máximo de Captura Total Permisible (LMCTP) fue reajustado por tercera vez, estableciéndose en 504 mil toneladas para todo el año 2025.

De ese total, estaban disponibles 82 mil toneladas para el periodo restante del año, distribuidas en dos etapas:

Primera etapa: 39,594 toneladas, que ya fueron completamente capturadas.

Segunda etapa (adelantada): 42,432 toneladas, cuya captura de la pesca podría completarse en tan solo una semana, debido a la alta eficiencia operativa de la flota artesanal.

No obstante, este acelerado ritmo de extracción reabre el debate sobre la planificación y el enfoque precautorio en el manejo del recurso, especialmente en un contexto de alta presión pesquera y desafíos en la fiscalización.

¿Es suficiente lo que se está haciendo?

Pese a los múltiples ajustes en las cuotas y las resoluciones ministeriales, persisten dudas entre los actores del sector. Mientras algunos exigen que se respete el tope establecido para evitar la sobrepesca, otros proponen una cuota diferenciada, argumentando que existe más biomasa disponible de lo estimado.

Estas diferencias reflejan un consenso creciente: los estudios científicos actuales no son suficientes. Se requiere una visión más integral, que no solo mida la biomasa y los volúmenes de captura, sino que también considere la dinámica migratoria de la pota, especie que se desplaza entre ecosistemas neríticos, epipelágicos y mesopelágicos, alcanzando profundidades de hasta 1,200 metros en aguas tropicales.

Más allá de las cuotas: el desorden y la pesca ilegal

A esta situación se suma otro factor crítico: la débil fiscalización del sector. El 15 de septiembre, representantes de la pesca de pota se reunieron con el viceministro de Pesquería y Acuicultura, en la sede del Ministerio de la Producción (Produce), para discutir el posible otorgamiento de 50 mil toneladas adicionales para cerrar el año 2025.

Sin embargo, la propuesta fue cuestionada por varios actores, quienes denunciaron la falta de control sobre la pesca ilegal, el desorden en los muelles y múltiples infracciones al marco normativo. Entre las irregularidades mencionadas destacan:

Falsificación de matrículas de embarcaciones.

Exceso de carga no reportada.

Descargas nocturnas fuera de registro.

Estas prácticas comprometen la trazabilidad, dificultan el control y, sobre todo, ponen en riesgo la sostenibilidad de la pesquería.

¿Más ciencia o mejor gestión?

La situación actual de la pota evidencia que, si bien los ajustes técnicos y científicos son fundamentales, también lo es una gestión efectiva y transparente. No basta con aumentar o reducir cuotas: se necesita una política de pesca integral, que incluya:

Monitoreo constante del recurso.

Fiscalización efectiva.

Participación activa del sector pesquero.

Educación sobre pesca sostenible.

El futuro del calamar gigante, y de miles de pescadores que dependen de él, está en juego. El Perú no puede darse el lujo de improvisar con uno de sus recursos marinos más valiosos.

 

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