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Los buzos que arriesgaron sus vidas en el sumidero más profundo jamás explorado para rescatar a sus compañeros

Los buzos que arriesgaron sus vidas en el sumidero más profundo jamás explorado para rescatar a sus compañeros

Con la información de: Bbc.com

Ésta es la historia de los buzos que lograron la gesta de regresar del sumidero más profundo del mundo jamás explorado y se volvieron a sumergir para rescatar a sus compañeros.
Si visitas el valle de Plurdalen, en el centro de Noruega, verás a un río de 35 metros de ancho emerger de repente ante tus ojos.
Se conoce como Plura, y si además decides sumergirte en él y nadar medio kilómetro en dirección a sus profundidades, emergerás en una larga y colorida cueva.
Los aficionados al buceo lo hacen así: se sumergen, llegan hasta la gruta y mientras la admiran descansan allí un rato antes de regresar a la superficie del río.
Pero si tienes experiencia y has entrenado lo suficiente —además de una curiosidad insaciable— puedes continuar hacia las profundidades entre unas paredes cada vez más estrechas y un agua cada vez más helada y oscura.
Si logras cruzar esa bolsa de agua subterránea, llegarás a la cueva de Steinugleflaget.

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Y la salida a la superficie la encontrarás a 90 metros de su techo abovedado: una grieta en la ladera de una montaña.
Ese era el plan de los dos finlandeses que el 6 de febrero de 2014 hicieron un corte triangular en la superficie helada del Plura, se embutieron sus trajes especiales y se colocaron el equipo de buceo, y se sumergieron en el agua.
A las dos horas, les seguirían tres compatriotas, todos ellos con destino a la cueva de Steinugleflaget.
Buzos expertos
No era la primera vez que se sumergían juntos. Ya habían buceado en Ojamo, una antigua mina de piedra caliza al oeste de Helsinki, la capital de Finlandia.
Como en aquella ocasión, para esta expedición tampoco se asignó a nadie el mando.

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Pero el primero en sumergirse fue Patrik Gronqvist, uno de los tres finlandeses que había descubierto el paso entre ambas cuevas el año anterior.
Junto a él buceaba su buen amigo Jari Huotarinen, el primero que intentó atravesar el pasaje.

Era el último tramo de un viaje extremo.
La mayoría de los buzos aficionados se limitan a inmersiones de entre 30 minutos y una hora, a una profundidad de no más de 30 metros.
El SOS que permitió el rescate de tres náufragos en una remota isla
Pero el trayecto hasta Steinugleflaget suponía una inmersión de cinco horas, con la ayuda de propulsores o scooters submarinos, por profundidades de más de 130 metros.
“La parte más profunda es muy exigente, con aguas heladas y túneles estrechos”, explica Gronqvist.

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“Y es sobre todo muy profundo. El sumidero en el que a más profundidad se ha buceado del mundo”.
A tales profundidades y temperaturas, un pequeño desgarro en el traje puede costarte la vida.
También existe la posibilidad de que el equipo falle, provocando hipercapnia.
“Al sumergirse aumenta la presión parcial de dióxido de carbono en sangre”, explica Gronqvist.
Esto produce una disminución del pH sanguíneo y causa taquicardias y otras arritmias.
Para evitar eso, los buzos de cuevas utilizan “recicladores”, unos aparatos que les permite reutilizar el dióxido de carbono que exhalan, convirtiéndolo en oxígeno.
Pero el sistema puede llegar a sobrecargarse si los buceadores respiran con rapidez; algo frecuente, pues en las profundidades es difícil controlar el ritmo de la respiración.

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“Es peligroso, sobre todo si tienes que hacer un esfuerzo físico, como nadar más rápido y con más fuerza”, dice Gronqvist.
La hipercapnia puede ser letal, pero incluso en su versión más leve causa confusión y desorientación, lo que puede tener consecuencias serias si se está sumergido en una cueva profunda.
Primera pérdida
Conscientes de ese peligro, a la hora de haberse sumergido en las aguas heladas, Gronqvist y Huotarinen nadaron hacia la parte más honda de la cueva, a 110 metros de profundidad de la entrada a ésta en Plura.
Inmediatamente después Gronquvist se dio cuenta que su compañero no le seguía.
Deshizo parte del trayecto y encontró a Huotarinen atascado en una de las partes más estrechas del túnel, enredado en uno de los cables conectados a su equipo de buceo.
Estaba haciendo señales de socorro con su linterna y había empezado a entrar en pánico, con el riesgo que esto supone.
Y es que, como consecuencia, podía empezar a aumentar el ritmo de su respiración.
Así que Gronqvist decidió darle otra bombona para que con ella redujera la cantidad de dióxido de carbono de su sistema.
Pero mientras Huotarinene intercambiaba la pieza bucal del respirador, comenzó a tragar agua sin medida, ante la mirada impotente de su compañero.
Para su horror, su compañero murió ante sus ojos.

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Y esa experiencia traumática lo puso a él mismo en peligro de sufrir hipercapnia.
So, after a failed attempt to free the body of his companion among the rocks, Grönqvist forced himself to relax.
I had no choice but to continue to Steinugleflaget -the deepest cave and there was a direct exit to the outside-very slowly.
Return directly to the surface was not an option because it risked having another bad also deadly, decompression sickness or stroke caused by the sudden decrease in atmospheric pressure.
The higher the profundidas to that diving, it is longer decompression.
So, as had stepped back to help his friend, Grönqvist had already 20 minutes at a depth of 110 meters, and knew that his return to surface it would take hours, and would have to make stops its pressure was reduced gradually.
And it was also aware that at the time his companions, those who had submerged after and went in the second round, and would have come across the body Huotarinen blocking their way.

Segunda tanda
The first diver of the second round was Vesa Rantanen.
“Llegué a aquél punto estrecho en el que el primer buceador quedó atascado y tuve que dedicir qué hacer”, remember.
“I had two choices: go over the dead diver or return to the surface after a lengthy dive through the deeper section”, account.
“I decided to continue, and it was a good decision. Although it took at least 15 minutes exceed the companion body”.
When Rantanen met with Grönqvist, the time needed for decompression exceeded three hours.
So soon begin to feel a slight pain in the knees and elbows, symptoms of decompression sickness, demonstrations would become more severe as time progressed.

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Later he would know that the diver came from behind Jari Uusamaki, also encountered difficulties.
Norwegian police believe Uusamaki panicked when encountering Huotarinen body and died as a result.
El quinto y último buzo, Kai Kankanen, intentó sin éxito ayudar a Uusamaki.
Y, al contrario que Rantanen, decidió no forzar más su capacidades para intentar llegar a Steinugleflaget, y optó por dar media vuelta y nadar hasta el punto de inicio.
Emergergió a primera hora del día siguiente, 11 horas después de haberse sumergido.
Tuvo que romper la capa de hielo del río Plura para poder salir del agua.

Cueva clausurada

Gronqvist y Kankanen también habían logrado salir a la superficie, y los tres supervivientes fueron hospitalizados por el síndrome de descompresión.
Las autoridades noruegas les tomaron declaración y cerraron la cueva del Plura.
Fue entonces cuando Sami Paakkarinen, el buceador que en 2013 había descubierto la unión entre la cueva de Plura y la de Steinugleflaget junto a Gronqvist, supo del destino de sus colegas.
Estaba en México, dando un curso de buceo.

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“Cuando te despiertas y ves que tienes 10 llamadas perdidas y 10 mesajes de texto en el teléfono, sabes de inmediato que algo va mal”, says.
Así que habló con los tres supervivientes por teléfono, a dos de los cuales había entrenado y a los que consideraba buenos amigos, y pasó el día dando vueltas en el patio de su hotel.
Sin embargo, no terminaba de ver claro qué podía hacer él para ayudar.
So he decided to call Rick Stanton, a British diver known worldwide for his rescue work in underwater caves.
He told him he had the impression that soon receive a call from the Norwegian police asking him to help them recover the bodies of the dead in the depths of Plura divers, as it had already done similar work in that place in 2006.
And so it happened.

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So two weeks after he and two other British divers, John Vonlanthen and Jason Mallinson, climbed to the vault on Steinugleflaget.
But when they came to where Huotarinen got caught, they realized that would not be so easy to rid the body of this from the rocks.
The only possibility was to dive from Plura and make the longest journey they concluded.
At that, the police decided to end the search.

Promesas
But Grönqvist, fireman job, had made a promise to Huotarinen Jari's wife, his companion died on the journey.
“I told the widow who go there and recover (Huotarinen bodies and Uusamaki)”, remember.
“I said no we would leave there, we'd think of something”.
Shortly after he discovered that the other two survivors had the same idea.
“Everyone was waiting for a text message (with the proposal)”, he says.
So the three decided to return to dive to try to recover the bodies of their two dead comrades.
And Paakkarinen joined the initiative.

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They needed a plan, and had to think about it in secret, because if discovered the Norwegian police try to stop them.
“I will not say no risk involved for us but quite the opposite: it is one of the most difficult dive cruises”Has now Paakkarinen.
“But we were the ones who best knew the place, the original explorers of it. We knew that as well as our own pockets”.
Lo que ocurrió después lo cuenta un documental recién estrenado en Finlandia, “Diving into the Unknown” (Buceando en lo desconocido).

Operación de cinco días
El 22 de marzo de 2014, Gronqvist, Paakkarinen y Kankanen se sumergirían hasta lo más profundo con el apoyo de otros 24 buzos que se quedarían en niveles más cercanos a la superficie.
Y Vesa Rantanen, que todavía se estaba recuperando de una lesión en la columna causada por la enfermedad de descompresión, daría órdenes desde la superficie.
Esta vez no correrían riesgos.

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El primer paso de una operación de cinco días era llevar una tonelada en equipos hasta la parte exterior de la cueva Steinugleflaget.
After adjusting spend the day leaving teams and 50 gas cylinders on the route from Steinugleflaget and Plura side.
It was the third day when the three survivors and Paakkarinen submerged under the ice of the Plura river, accompanied by underwater camera operators.
After descending 85 meters, Kankanen returned, and Grönqvist Paakkarinen and continued the descent alone.
Grönqvist was the first to reach the surface of the cave Steinugleflaget, where he waited Vesa Rantanen.
That was how they recovered the body of Huotarinen.
“Since I left there, I think about it every night”Recognizes Grönqvist today. “If we had practiced before everything it would have been different. It was totally our fault“.
The next day they recovered the body of Uusamaki, this time from the side of Steinugleflaget.
Today, the cave under the Plura river is open again.
And despite everything that happened, Grönqvist, Rantanen, Paakkarinen Kankanen and still enjoy the sport that stole their peers.
“Why do they do, if they have family? Why risk in these places?”Asks Juan Reina, director of the documentary.
“Sigue habiendo muchas preguntas sobre a dónde conducen las cuevas y de dónde viene el agua”Replies the Sami Paakkarinen own.
“Y yo ya no le tengo miedo a la cueva”.

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