A bordo del barco ‘Freuetó’, la iniciativa ha sido impulsada por un equipo del Departamento de Ecología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio) y será la primera intervención para detectar y retirar los aparejos de pesca perdidos.
Participarán los expertos de la UB Bernat Hereu, que es el coordinador de la campaña, Cristina Linares, Pol Capdevila y Eneko Aspillaga, con la intención, según han explicado, de “minimizar los impactos que estos utensilios puedan ocasionar sobre el fondo y las especies atrapadas”.
Además, también quieren que sirva para sensibilizar sobre la fragilidad de los fondos marinos y los esfuerzos que hay que hacer para mantener y restaurar el patrimonio natural.
Artes pesca:
Bernat Hereu ha explicado que la mayoría de artes que se emplean en la pesca recreativa -una actividad ampliamente practicada que suele ser compatible con la conservación de espacios naturales- y en la pesca artesanal -la modalidad profesional más sostenible- son artes de pesca pasivas, es decir, son aparejos que no son estirados por el motor de las barcas y no se arrastran por los fondos marinos.
“Sin embargo -según Hereu- cuando las diferentes artes de pesca deportivas y artesanales (anzuelos, hilos, plomos, palangres, trasmallo, etc.) se han perdido o han quedado enrocadas al fondo, se convierten en auténticas redes fantasma que continúan capturando peces durante meses, sin ningún rendimiento para las pesquerías”.
Según los expertos, esta es la causa de un alto porcentaje de las capturas incidentales de especies comerciales y no comerciales en todo el mundo.
Las redes perdidas, que pueden tener cientos de metros, son arrastradas debido al movimiento de las masas de agua (corrientes marinas, temporales, etc.), de modo que se enredan con los organismos que viven en los fondos marinos y los arrancan.
Fondos de corales:
“Las comunidades que forman estos fondos -sobre todo el coralígeno- están formadas por una gran cantidad de organismos de crecimiento lento y una estructura muy frágil, como algas calcáreas, gorgonias, briozoos, algas arborescentes, etc., que son muy sensibles a cualquier perturbación física, y su recuperación es muy lenta”, ha alertado Hereu.
Además, con el paso del tiempo, los plásticos utilizados en la fabricación de artes de pesca se degradan y se incorporan a la red trófica de los ecosistemas marinos, “lo que es una nueva amenaza para la conservación de muchas especies, que acaban ingiriendo los mismos de manera accidental”, según los impulsores de la campaña.