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El mayor peligro de la prensa, es que puede descubrir la verdad

directoraLa historia periodística en el Perú, se escribió no sólo con pluma limpia y transparente, sino también con tinte manchado de corrupción y aunque pretendamos ignorarlo, los hechos nos demuestra una realidad que debemos enfrentar, no es una tarea fácil de realizar, pero tampoco es imposible.
La década narcocorrupta de la dupla Fujimori-Montesinos, abrió una brecha en el periodismo peruano; dividió completamente bajo la coacción empresarial los medios periodísticos, para manejarlas de acuerdo a los intereses del gobierno; atrapó con sus tentáculos del poder económico las débiles conciencias de periodistas a los que convirtió en sus lacayos de información direccionada y manejada desde el Servicio de Inteligencia Nacional, SNI; desató una magistral campaña contra los reducidos hombres y mujeres de prensa, que pugnaban por seguir manteniendo su línea objetiva y verás; persiguiéndolas con el uso leguleyo del Poder Judicial y Ministerio Público. La democracia, que debe ser defendida por un poder, como el periodístico, se vio sometida a la voluntad de un psicópata político, que sentado en una oficina, manejo el país a su antojo, incluyendo al titerezco Presidente.
La Libertad de Expresión, en un derecho fundamental e indispensable en la guerra brava por consolidar la democracia en una Nación, la Marcha de los Cuatro Suyos, fue el detonante para que los periodistas amordazados y oprimidos editorialmente, lograran afianzar su posición independiente en la naciente liberación democrática en el Perú, costó mucho, pero se consiguió, manteniéndose nuevamente la libertad de prensa,  como garantía, para que los ciudadanos tengan el derecho a organizarse y expresar sus opiniones, para que los contenidos de los medios de comunicación no estén sometidos, controlados, ni censurados por los poderes del Estado. Cuánto costó recuperar esta  Libertad por Dios!!!!!!!!!!!.
Lo vivido quedó como una reseña histórica de la que muchos periodistas nos vanagloriamos haber aportado; por ello, el asombro cuando Alejandro Toledo como Presidente intentó regular el contenido de los medios, que empezaron a publicar sus metidas de pata política y la desazón del pueblo por la injerencia de la familia cabanista. Toledo, dio un paso al costado,  aprendió a driblear a la prensa y prefirió mantener sus buenas relaciones a través de las costosas publicidades gubernamentales. El segundo gobierno aprista, ducho en las cuitas periodísticas, les dio en la yema del gusto, claro ejemplo, el reconocimiento de su hijo extramatrimonial, hecho que no tuvo tamaña relevancia, como lo tuvo el caso Zaraí, aunque la señora Pilar Nores se tragara su vergüenza ante la indignación de las “esposas” de la clase social limeña.
Quien imaginaría que esta historia, relatada a groso modo, se vería reflejada en la prensa ancashina y más aún la chimbotana, con las actitudes frívolas, soberbias y hasta manipuladoras de quien gobierna la Región, un ciudadano a quien el pueblo, le encomendó la tarea de dirigir los destinos de este pujante departamento, Cesar Álvarez Aguilar; irónicamente, el otrora “reportero radial” de programas periodísticos en Studio 54 y la desaparecida Onda Nueva,  lanzó la carnada y atrapó a ciertos incautos jovenzuelos de la carrera de comunicación social, que bajo, el cliché de aprendices de reporteros, se han convertido en simples “dateros” a los que ofensivamente llama “sus periodistas comandos”, encargados de limpiar la putrefacción que deja su hedionda gestión. En la otra vereda, los que a fuerza de trabajo y pundonor, mantienen su línea independiente, son víctimas de burlas, ofensas, insultos, amenazas y querellas con descabelladas reparaciones civiles, por no haber caído en la redes de nefastos actos regionales, no haber sucumbido ante la tentación del dinero de los ancashinos, por no aceptar, que lo malo en la Región no existe, por no callar que la administración de justicia se vende al mejor postor y si es regional mucho mejor y más, por no ser un periodista sobón y franelero;  por estas consideraciones, y administrando justicia a nombre de la Región, se denuncia, acusa y sentencia a los periodistas, que tienen sus valores inquebrantables, a los que no se dejaron ni se dejan comprar, a los que denuncian la corruptela en todo lugar, a los que cada día batallan por defender la verdad y sobre todo, a los que osadamente tienen el coraje de defender y seguir defendiendo la Libertad de Expresión, cueste lo que cueste y sea contra quien sea.
Bajo este contexto, que este 1º de octubre, sea un día donde todos los periodistas que amamos esta carrera, nos comprometamos a seguir manteniéndonos en esta dura lucha, bregando por cada día ser mejores y por seguir, descubriendo la verdad, aunque este sea el mayor peligro de la prensa.  Dios proteja a los hombres y mujeres de prensa, que se enfrentan a la corrupción.

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