Redes inteligentes que detectan el tamaño y peso de los peces y liberan las capturas no deseadas

Durante siglos, los pescadores del Cantábrico han utilizado artes tradicionales como el trasmallo, que permite escapar a los peces pequeños. Hoy, la tecnología recupera esa sensatez ancestral con la llegada de las redes inteligentes, capaces de identificar en tiempo real la especie, el tamaño y el peso de las capturas, liberando aquellas no deseadas.

Con motivo del encuentro NextSpain sobre economía azul, celebrado en Gijón, se destacó la importancia de estas innovaciones para el futuro sostenible de la pesca.

Las artes tradicionales han sido siempre ejemplo de equilibrio ecológico. Las almadrabas gaditanas, las nasas gallegas o las encañizadas del Mar Menor sostuvieron durante siglos las economías locales y alimentaron a la población sin agotar los recursos. En el Cantábrico aún se emplea el trasmallo, compuesto por tres paños de red superpuestos con diferentes luces de malla, muy distinto a los arrastreros de bandera de conveniencia que devastan los fondos marinos.

Hoy, se calcula que el 20 % de las capturas mundiales son accidentales, incluyendo tortugas, delfines y tiburones. La Unión Europea estima que cada año se descartan en sus aguas más de veinte millones de toneladas de especies no deseadas.

Las redes inteligentes buscan revertir esta situación. Equipadas con cámaras digitales de alta definición, graban cada ejemplar capturado. Un software de reconocimiento de imágenes identifica en tiempo real las especies, merluza, rape, caballa, besugo, lenguado, y calcula su tamaño al milímetro, estimando el peso según la longitud y especie. Todo ocurre mientras la red sigue sumergida.

La información se transmite por satélite a servidores que la procesan y envían instrucciones al barco en cuestión de segundos: abrir secciones específicas de la red para liberar juveniles o especies protegidas. De este modo, el descarte se realiza bajo el agua, donde los peces tienen mayores probabilidades de supervivencia, en lugar de hacerlo en cubierta, donde suelen morir.

Cada lance de pesca alimenta además una base de datos. Los algoritmos procesan millones de registros y recomiendan las zonas y momentos más adecuados para faenar. Esta iniciativa del Instituto Español de Oceanografía (IEO) es una de las grandes apuestas de Asturias por la economía azul.

Gijón presume de un tejido empresarial que mueve 700 millones de euros anuales y genera 14.000 empleos. Entre los proyectos más destacados se encuentra Naval Azul, que busca transformar los antiguos terrenos de los astilleros en un vivero de innovación dedicado a la biotecnología marina y las tecnologías sostenibles.

Fotografía: La Voz de Galicia -Las redes SafyNet incorporan anillos de aluminio que permiten la salida de las crías

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