Fletamento o alquiler de cuotas de atún: ¿Una oportunidad para generar abastecimiento, divisas y empleo en el Perú?

Hablar del fletamento o alquiler de cuotas de atún otorgadas por la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT) a las 16 embarcaciones multiespecies peruanas puede parecer, para algunos, una medida contraria a los intereses nacionales. Sin embargo, podría representar todo lo contrario: una oportunidad estratégica para generar abastecimiento interno, empleo y divisas para el país.

Actualmente, el Estado peruano hace uso de 8,195 m³ de los 14,046 m³ de capacidad de bodega asignada por la CIAT, lo que deja un remanente de 5,851 m³ aún por reclamar. Para acceder a esta cuota pendiente, es indispensable demostrar que la capacidad asignada se utiliza de forma eficaz y continua, en beneficio de la seguridad alimentaria y el desarrollo socioeconómico nacional.

Sin embargo, el panorama del sector atunero en el Perú dista mucho de ser el ideal. De las 16 embarcaciones registradas ante la CIAT, solo 8 se encuentran actualmente activas, y únicamente durante periodos muy cortos, coincidiendo con la temporada de verano en el mar peruano. De acuerdo con el Ministerio de la Producción (Produce), estas naves operaron exclusivamente durante los veranos de 2022 y 2023. Las embarcaciones activas fueron: BAMAR VIII, CARACOL, COSTA DEL SOL, SUPE (ex DÓRICA), ETEN DIEZ, PISCO (ex FLOR), HUACHO CINCO y KIARA B.

Este uso temporal y corto de las embarcaciones va en contra de los lineamientos del convenio con la CIAT, que exige un uso efectivo de la cuota durante todo el año, salvo el periodo de veda (dos meses y medio). Más preocupante aún es que, al revisar la página web oficial de la CIAT, no se encuentra información sobre capturas realizadas por el Perú durante los años 2024 y 2025. Esto podría reflejar un esfuerzo pesquero insuficiente o, alternativamente, una falta de reporte actualizado por parte de Produce.

Las razones de esta inactividad son diversas. Uno de los principales factores es el elevado costo del combustible en el Perú, que puede ser hasta tres veces superior al de países como Ecuador. Además, el permiso para pescar atún está vinculado al mismo casco y a otras especies como la anchoveta, el jurel o la caballa, lo que hace que las embarcaciones prioricen estos recursos sobre el atún.

A ello se suma la escasez de buques diseñados específicamente para la pesca de túnidos y un contexto internacional altamente competitivo. Los productos en conserva provenientes de China y Tailandia, por ejemplo, ingresan a los mercados con aranceles bajos y son producidos en condiciones laborales mucho más baratas, lo que deja en desventaja a la industria peruana.

Es en este escenario que cobra relevancia la figura del fletamento de cuotas. Esta opción fue autorizada por la CIAT en 2006 mediante la Resolución C-12-06, con el objetivo de permitir que los países que no contaran con una flota suficiente pudieran arrendar cuotas a embarcaciones de otros Estados.

Bajo esta modalidad, el Estado peruano podría obtener ingresos mediante el cobro de una renta por el uso de la cuota, garantizar el abastecimiento interno de atún (al menos 40 % del total) y generar empleo a través de la contratación de pescadores nacionales (mínimo 50 %) por parte de los armadores extranjeros.

Actualmente, 17 embarcaciones figuran en el registro de la CIAT operando con capacidad alquilada de otros países. Panamá, Ecuador, Guatemala y Bolivia son algunos de los Estados que han sabido aprovechar con éxito esta herramienta.

Un marco normativo restrictivo

En el Perú, sin embargo, el marco normativo ha evolucionado con lentitud y poca visión estratégica. Los Decretos Supremos N.º 009-2016-PRODUCE y N.º 009-2022-PRODUCE, aunque mencionan el alquiler de cuotas o los contratos de fletamento, establecen restricciones que limitan seriamente su aplicación. Ninguno de ellos plantea la necesidad de desvincular el permiso de pesca de atún de otros recursos, ni contempla la posibilidad de que la cuota pueda utilizarse con un casco distinto al originalmente autorizado.

Ante esta situación, el Perú debe optar por una política pesquera eficiente que permita aprovechar plenamente sus cuotas de atún. Una gestión moderna y flexible, quizás basada en el fletamento de cuotas, podría no solo reactivar el sector, sino que también contribuiría a fortalecer la presencia del país en la pesca internacional.

Casos internacionales

El ejemplo de Ecuador es ilustrativo: su industria atunera genera un movimiento económico que supera los 2,500 millones de dólares anuales. Más impactante aún es el caso de Tailandia. A pesar de no contar con una flota propia, se ha convertido en el principal productor y exportador mundial de atún, procesando aproximadamente 470,000 toneladas anuales gracias a una red de abastecimiento basada en embarcaciones asiáticas (de China, Taiwán y Japón) que operan en el Pacífico occidental.

¿Y el Perú?

Mientras otros países avanzan con estrategias claras y decididas, el Perú sigue sin definir un rumbo concreto para su sector atunero. El momento de actuar es ahora, en un país con tanta riqueza marina como el Perú, permitir que las cuotas de atún se queden en el papel es, sencillamente, inaceptable.

 

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