¿Cómo criar mejores Peces?

En una oscura y húmeda bodega en las faldas de la Cordillera Azul de Virginia, Bill Martin recoge un balde de pequeños gránulos marrones y los arroja en un tanque grande de concreto. Unas Tilapias del Nilo, blancas y gordas, salen a la superficie. Martin, Presidente de Blue Ridge Aquaculture, una de las piscifactorias bajo techo más grandes del mundo, sonríe ante el frenesí por la comida.

“Este es el pez de san Pedro, el pez con el que Jesús alimentó a las multitudes”, dice con voz de predicador. Sin embargo, a diferencia de Jesús, Martin no regala sus peces. A diario vende 5,000 kilogramos de Tilapias vivas a los mercados asiáticos en Norteamérica, desde Washington D.C., hasta Toronto, y planea otra piscifactoría en la costa este. “Mi modelo es la Industria Avícola -afirma, la diferencia es que nuestros peces son perfectamente felices”.
“¿Cómo sabe que son felices?”, pregunto y observo que la densidad de las Tilapias en el tanque es tan tupida como para que san Pedro camine sobre ellas.

“Por lo general, demuestran su infelicidad muriendo -responde Martin-. Aún no pierdo ni un solo tanque de peces”.
Un parque industrial en los Apalaches puede parecer un lugar extraño para que crezcan unos cuantos millones de nativos del Nilo, pero las piscifactorías de escala industrial están surgiendo por todas partes en estos días.

La Acuicultura se ha multiplicado aproximadamente 14 veces desde 1980. En 2012, su producción global, desde Salmones plateados hasta feúchos pepinos de mar que solo le pueden gustar a un cocinero chino, alcanzó más de 66 millones de toneladas, superando de manera contundente la producción de carne de res por vez primera y ascendiendo a casi la mitad de todos los alimentos acuáticos que se consumen en la Tierra.

Se espera que el crecimiento de la población, el incremento del ingreso y la reputación de los alimentos acuáticos como saludables para el corazón aumenten la demanda en 35% o más solo en los próximos 20 años. Con la captura global de peces silvestres estancada, los expertos dicen que prácticamente todos esos nuevos alimentos acuáticos tendrán que ser cultivados.

“No hay modo de que obtengamos toda la proteína que necesitamos de los peces silvestres -afirma Rosamond Naylor, Experta en Política Alimentaria que ha investigado los sistemas de Acuicultura-. Pero la gente está muy recelosa de que vayamos a crear otra industria de engorda en el océano, así que quieren hacer las cosas bien desde el principio”. Hay buenas razones para desconfiar.

Los corrales de Tilapia en la Laguna de Bay, el lago más grande de Filipinas, son sofocados por una proliferación de algas que ellos ayudaron a crear.

La nueva “revolución azul” que ha llevado a bajo precio Camarón, Aalmón y Tilapia empacados al vacío a los congeladores de los supermercados, ha traído consigo muchos problemas similares a los de la agricultura en tierra: destrucción de hábitats, contaminación del agua y temor por la seguridad alimentaria. Durante los años ochenta del siglo pasado, extensas zonas de manglares fueron arrasadas para construir piscifactorías que actualmente producen una porción considerable de camarón mundial.

La contaminación de la Acuicultura -un coctel pútrido de nitrógeno, fósforo y peces muertos- es actualmente un riesgo generalizado en Asia, donde se localiza 90% de las piscifactorías. Para mantener vivos los peces en corrales densamente poblados, algunos piscicultores asiáticos recurren a antibióticos y pesticidas cuyo uso está prohibido en Estados Unidos, Europa y Japón.

La industria moderna del Salmón, que durante tres décadas pasadas ha colocado cercados de malla densamente repletos de salmón del Atlántico desde Noruega hasta la Patagonia, ha estado plagada de parásitos, contaminación y enfermedades. Las piscifactorías escocesas de Salmón perdieron casi 10% de sus peces en 2012 por una amebiasis branquial; en Chile, la anemia infecciosa ha matado salmones por un valor estimado de 2,000 millones de dólares desde 2007.

¿Cómo producir sin propagar enfermedades ni contaminación?
Para Bill Martin la solución es sencilla: criar peces en tanques de tierra, no en corrales en un lago o en el mar. “Hay piojos marinos, enfermedades, fugas y muertes -comenta Martin-. Compare eso con un ambiente 100% controlado, con un posible impacto en los océanos lo más cercano a cero que podamos obtener.

En la imagen principal de este artículo se muestran vieiras japonesas gigantes que se alimentan con las excreciones de los peces en una piscifactoria experimental a las afueras de Vancouver, en Canadá.

FUENTE: Ngenespanol.com

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